Por si aún no sabéis cómo funciona nuestro taller literario radiofónico, prestad atención:
Cada semana elegiremos un motivo a partir del cual los participantes deberán escribir un microrrelato. Un buen motivo literario debe ser lo suficientemente específico para arrastrar a la imaginación y alentarla, espolearla, y a la vez lo suficientemente abierto como para ser enfocado desde un punto vista original por cada escritor.
Esta semana, vamos a tomar como motivo de escritura:
Los libros
Y aquí os dejamos los ejemplos de esta semana:
El efecto Quijote, de Miguel A. Román
Parecía buena idea: un chip intracerebral, un puerto USB y cualquiera podía enchufarse un libro electrónico e inyectarse en segundos el manual de la lavadora, el periódico, la Biblia o la Iliada. Pero hubo un fallo: saturaron el filtro de la fantasía, el mecanismo por el cual nuestra mente diferencia lo real de lo ficticio. Ahora las calles están llenas de Julietas suicidas, D’artagnanes retadores, Ulises cegando Polifemos; y hétenos aquí, tú y yo, mi buen Sancho, solos para detener tanta barbarie.
Roja voluntad, de Miguel Ángel Carmona
El Teniente señaló a los más viejos y a los que asociaba con los mensajes más peligrosos, y los mandó amontonar en una esquina. Se paseó entre el resto y escogió a diez o doce que podrían contar en el futuro una historia acorde al mensaje del Régimen. Los apartó a puntapiés. En realidad, se sentía incómodo salvándoles de la quema. El resto fueron trasladados a la pila, lomos contra lomos, mudos e inermes. Daban miedo, tan en silencio. Se frotó las manos. Esta era la mejor parte. Lástima que aquel maestrucho de pueblo se la hubiera amargado con su última voluntad de rojo: “quemad mi cuerpo —había dicho entre gargajos de sangre y versos— junto a mis libros”. Cualquier cosa —había pensado el Teniente— con tal de no ser enterrado como Dios manda.
Construye tu historia en un máximo de 200 palabras, sin incluir el título. Después, envíanoslo a través de este formulario: