Los actos de clausura de nuestros cursos se están convirtiendo en celebraciones, no ya solo de la literatura y la escritura, sino también (y sobre todo) de un sentimiento de pertenencia a un grupo reducido de personas que comparten una pasión cada vez menos secreta.
Este acto, por lo que tiene de revelador de ese secreto —por ser el lugar y el momento que muchos de nuestros talleristas eligen para mostrarle a los demás lo que hacen, lo que les apasiona hacer— sirve para celebrar, en realidad, ese camino que el escritor debe recorrer siempre, desde el anonimato de su afición al reconocimiento de su oficio.
Pero no solo nuestros talleristas se sienten especiales esa noche: también sus acompañantes, porque en cierto modo se saben escogidos como depositarios de ese secreto —pocos tan puros—, y se sienten así parte integrante de esta comunidad o familia que vamos ampliando año a año.
Lo cierto es que todos nos levantamos a la mañana siguiente con la sensación de haber vivido un momento especial en nuestras vidas, y queremos que no se extinga su eco, que sigan recorriéndonos los últimos coletazos de su energía. Hay en el compartir nuestra escritura, ya sea un año entero o solo unos meses, con otras personas en la misma situación algo de pacto de sangre. Sin embargo, la vida nos ha enseñado que muchos de estos vínculos, que parecen indisolubles, en realidad no lo son. El único medio para prevenir el olvido es el trabajo y el contacto, que son los dos aspectos que caracterizan los talleres del CELARD. A lo largo de este verano, en la medida de nuestras posibilidades, intentaremos generar puntos de encuentro para que todos podamos mantener este contacto; pero lo cierto es que la responsabilidad de mantenernos activos, escribiendo y leyendo durante estos meses, recaerá casi de manera exclusiva en cada uno, a título individual.
Un viejo brindis hecho en alguna novela entre un grupo de amigos que parecían abocados a una separación definitiva decía: “Hay que saber mantener los lazos: si los estiras demasiado, se rompen; si no los tensas de vez en cuando, se dan de sí; si se desatan los cabos, jamás vuelves a encontrarlos.”
Nosotros, desde luego, esperamos volver a veros a todos en septiembre para brindar por el reencuentro.