Archivos Mensuales: junio 2015

De lazos y letras

Los actos de clausura de nuestros cursos se están convirtiendo en celebraciones, no ya solo de la literatura y la escritura, sino también (y sobre todo) de un sentimiento de pertenencia a un grupo reducido de personas que comparten una pasión cada vez menos secreta.

Este acto, por lo que tiene de revelador de ese secreto —por ser el lugar y el momento que muchos de nuestros talleristas eligen para mostrarle a los demás lo que hacen, lo que les apasiona hacer— sirve para celebrar, en realidad, ese camino que el escritor debe recorrer siempre, desde el anonimato de su afición al reconocimiento de su oficio.

Pero no solo nuestros talleristas se sienten especiales esa noche: también sus acompañantes, porque en cierto modo se saben escogidos como depositarios de ese secreto —pocos tan puros—, y se sienten así parte integrante de esta comunidad o familia que vamos ampliando año a año.

Lo cierto es que todos nos levantamos a la mañana siguiente con la sensación de haber vivido un momento especial en nuestras vidas, y queremos que no se extinga su eco, que sigan recorriéndonos los últimos coletazos de su energía. Hay en el compartir nuestra escritura, ya sea un año entero o solo unos meses, con otras personas en la misma situación algo de pacto de sangre. Sin embargo, la vida nos ha enseñado que muchos de estos vínculos, que parecen indisolubles, en realidad no lo son. El único medio para prevenir el olvido es el trabajo y el contacto, que son los dos aspectos que caracterizan los talleres del CELARD. A lo largo de este verano, en la medida de nuestras posibilidades, intentaremos generar puntos de encuentro para que todos podamos mantener este contacto; pero lo cierto es que la responsabilidad de mantenernos activos, escribiendo y leyendo durante estos meses, recaerá casi de manera exclusiva en cada uno, a título individual.

Un viejo brindis hecho en alguna novela entre un grupo de amigos que parecían abocados a una separación definitiva decía: “Hay que saber mantener los lazos: si los estiras demasiado, se rompen; si no los tensas de vez en cuando, se dan de sí; si se desatan los cabos, jamás vuelves a encontrarlos.”

Nosotros, desde luego, esperamos volver a veros a todos en septiembre para brindar por el reencuentro.

Microrrelatos radiados

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Como cada semana, en el taller literario radiofónico de El Sol sale por el Oeste, vamos a proponeros un nuevo reto: entrar de lleno en el género hiperbreve y escribir un microrrelato de no más de cien palabras, sin contar con el título, en el que esté presente, de alguna manera este elemento narrativo:

Perfume / olor

El elemento narrativo de la semana puede figurar en el texto de cualquier forma: real o abstracta, en el presente o en el pasado, puede formar parte de la escena, o incluso condicionar el texto, precisamente, por su ausencia. No es necesario que aparezca expresamente la palabra.

Será tan solo un elemento que nos servirá, en ocasiones, para ambientar el relato, en otras, para aportar una clave o para ubicar la acción. Escucha en el siguiente enlace cómo planteamos el ejercicio.

Escucha aquí el podcast del programa donde planteamos el ejercicio

Vamos a dejaros unos consejos para que podáis acercaros al género con un poco más de confianza.

Seis requisitos para escribir un microrrelato

Dadas las características de concisión y brevedad del microrrelato, hay al menos seis cosas que debes tener en mente cuando te pongas a escribir uno. Veamos cuáles.

1. Comienza por la mitad

El microrrelato, por su extrema brevedad, no deja lugar para desarrollar escenas, explicar los antecedentes de la trama o desarrollar un personaje. En resumen, ve al grano.

2. No incluyas demasiados personajes

De nuevo, en el microrrelato no hay lugar para describir a tus personajes. De hecho, puedes incluso no darle nombre a tus personajes, a no ser que su nombre revele alguna información útil, y ahorrarte así una palabra. Recuerda además que con un único personaje suele ser suficiente, dos pueden tener cabida, tres o más son multitud.

3. Asegúrate de que el final no es el final

Una de las características más reseñables del microrrelato es que, más que en ningún otro género de ficción, el lector debe completar la historia narrada. Esta debe llevar implícito un corolario al que el lector debe llegar por sí solo cuando concluye la lectura. Por supuesto, debes haber dado toda la información necesaria para que el lector pueda atar cabos y llegar a la conclusión correcta.

4. Piensa bien el título

El título debe ser revelador pero sutil, apuntar con delicadeza hacia esa lectura implícita que debe hacer el lector, a la historia por debajo de la historia que late en todo microrrelato. En definitiva, el título debe completar el microrrelato, siendo una luz que ilumine su sentido último.

5. Haz que la última línea resuene

Como ya hemos dicho, la última línea de un microrrelato no debe ser el final. Por eso debe lograr conseguir que el lector siga pensando en ella y en lo que acaba de leer. La última línea no debe completar la historia, sino llevarla a un nuevo lugar.

6. Primero escribe, luego corta

Escribe la historia que tienes en mente. Una vez la tengas, empieza a podar. Trata de concretar, de quitar todo lo superfluo, de ir al grano. Reduce y reduce.

Fuente: http://www.sinjania.com

Y, sobre todo, no te conformes con la primera idea que te surja. Busca y rebusca y, una vez la hayas encontrado, confía en ella, dale vueltas, pódala y conviértela en un bonsai con todos los elementos propios de un árbol, pero en miniatura.

Para participar en este taller, debes usar el formulario que encontrarás a continuación y enviarnos tu microrrelato antes del próximo lunes. Cada semana, los más interesantes serán leídos y comentados en antena y, cada mes, publicados en la web del CELARD.

Escucha los programas anteriores:

Micros radiados: La radio (19/05/2015)

Micros radiados: Las elecciones (26/05/2015)

Micros radiados: El colegio (2/06/2015)

Micros radiados: El tabaco (9/06/2015) 

Micros seleccionados del mes de mayo

La radio. 19/05/2015

Hoy puede ser un gran día, de María José Contreras

Encontró la carta bajo la puerta, junto a las bolsas de basura y la botella de alcohol vacía.
La orden de deshaucio tiene fecha de hoy. Echó una última mirada a la cerradura, que se movía perezosa al ritmo de las sirenas de la policía del exterior.
Agarró el gato y la radio y, entre maullidos de dolor y una vieja canción de Serrat, saltó desde su quinto piso.

 

Sin título, de David

Como cada tarde, sobre las ocho, el anciano colocó metódicamente su mantel de cuadros, abrió una lata de conservas y la puso sobre un plato que había sido transparente. Una manzana, pan y agua con alegres partículas de cal para cerrar el menú.
Una vez todo estuvo dispuesto, encendió la radio. Aún, como tras la muerte de un familiar, esperaba escuchar aquellas voces que habían poblado su hogar durante tantos años. Pero la realidad le abofeteaba incansable con voces extrañas y cadencias sobre las que no sabía cómo acunarse. Le estaban invitando a irse.

 

Su voz, de Esther Bizarro Vázquez

Faltan unas horas para que anochezca y mis piernas ya se mueven impacientes por llegar a casa y dejar todo en el suelo. Lo recogeré mañana. Sólo pienso en llegar, quitarme la ropa y abandonarme en la bañera. Memoricé su emisora, no tengo que buscar…
Casi escucho su voz, amarga, inhalando el humo de un cigarro. A veces incluso oigo cuando enciende uno y yo misma exhalo el humo imaginario que se escapa…
Faltan unas horas y me inquieta esa sensación, noche tras noche, mientras su voz me engulle y apacigua.
El sueño me derrota. Su voz…

 

Te dejo, de Toño Vargas

Ya es demasiado tarde. Ahora sé que nunca vas a cambiar. Yo ya no voy a soportar más gritos, ni a recibir más golpes. Se acabaron las promesas incumplidas y los perdones perennes.
No voy a volver a cerrar puertas ni subir el volumen de la radio, ni a fingir accidentes o maquillarme borrando las huellas cobardes de tus complejos, no volveré a enmascararlo en mi mente bajo el nombre de amor… cuando en realidad es miedo.
Ya es demasiado tarde. Ahora sé que tenía que haberme ido antes, lo comprendo mientras caigo y veo mi sangre inundando el suelo.

 

Las elecciones. 26/05/2015

Vida privada de un político, de Encarna Fernández Capilla

 

Sé que siempre llego tarde. Tarde a todo, a comer, a dormir, a quererte, a comprenderte, a educar a los hijos… siempre te quejas de que me ves poco, o nada, dices últimamente. “En cuanto pase esto…”, “en cuanto termine lo otro…” y así se nos va pasando la vida. Llego a casa exhausto, harto de todo, con la promesa en los labios de que todo va a ser diferente. Encuentro un sobre en la mesa con mi nombre, es la forma que tienes de comunicarte conmigo. Lo abro y encuentro una papeleta en blanco.

 

Tiempos de cambio, de Toño Vargas

Por fin llegó el día. En unos instantes compareceré como nuevo presidente. Aún no puedo creer que haya llegado el momento, después de tantos preparativos, tantas noches en vela, tantas personas involucradas, tantos sacrificios…
Cada vez más gente llena la plaza, puedo oír el griterío desde donde me encuentro, y creo que ha llegado el momento. Ajusto mi uniforme, ordeno formar a las tropas y subo al tanque, mientras miro por última vez a mi predecesor y el gesto de asombro en su cara, congelado en esa cabeza sin cuerpo.

 

Útero, de Manuel Domínguez Cadenas
Como el espermatozoide busca al óvulo, el candidato busca al votante. Prometo, porque puedo, que habrá fecundación para el uno y poder de convicción para el otro.

Proclaman de nuevo la falsa historia; gira la noria y vuelve a girar, siempre con el mismo agua, agua corrupta que no saciará vuestra sed.

Iréis a sus arcas en forma de papeleta, les daréis poder, os apretarán el cinturón a la altura del cuello y con la lengua arrastrando, volveréis a las próximas votaciones.

El político electo os ha salido enfermo pero, al menos, el niño engendrado, ha nacido sano.

Estos textos fueron enviados al taller radiofónico del CELARD, una sección del programa El Sol sale por el Oeste, de Canal Extremadura Radio, a lo largo del mes de mayo de 2015.

Los textos son propiedad de sus autores.