Resumen: componer un relato en primera persona (máx. 250 palabras) poniéndonos en la piel de un extraterrestre que visita nuestro planeta. Paseando por nuestro barrio, anota en su diario y comenta con asombro sucesos o costumbres que forman parte de nuestro día a día, desde un punto de vista totalmente nuevo.
Enviarla a: elsol@canalextremadura.es hasta el sábado 1 de febrero
Un recurso muy utilizado en la historia de la literatura, y también en la del cine, es el del viajero extraño. Un personaje totalmente ajeno al mundo que transita presta sus ojos asombrados al lector, que, de repente, observa todo como si fuera la primera vez que lo ve. Hay infinidad de ejemplos: desde el Asno de oro, de Apuleyo, en el que el protagonista se convierte en un burro y debe errar por su pueblo y los caminos, hasta la famosa novela de Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb, en la que un marciano vaga por las calles de Madrid en busca de su compañero, posando sus ojos alucinados en las rutinas de la ciudad. Vamos a leer un fragmento de Sin noticias de Gurb para que nos hagamos una idea
01.30 a.m.
Me despierta un ruido tremebundo. Hace millones de años (o más) la Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos arrasaban las costas, sepultaban islas mientras cordilleras gigantescas se venían abajo y volcanes en erupción engendraban nuevas montañas; seísmos desplazaban continentes.
Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor telúrico.
Me levanto, hago pis, bebo un vasito de agua y me vuelvo a dormir.
De este modo, al autor se le permite reflexionar sobre acontecimientos o aspectos totalmente asumidos e interiorizados (como en este caso sobre el ruido infernal que hacen los camiones de basura), como si fueran nuevos para él, provocando en el lector la sorpresa, el humor, la fascinación, e invitándole también a reflexionar, a dudar de todo cuanto da por sentado.
En El Mundo de Sofía la protagonista recibe unas extrañas misivas en su buzón. Una de ellas dice: Lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro.
Esto entronca directamente con las bases de la pedagogía. El aprendizaje del niño está dirigido por el asombro y por eso los niños son filósofos innatos, se preguntan el porqué y el cómo, y reflexionan sobre esto. Registran la novedad, la asimilan y, lo más importante, la reconstruyen para que encaje con el mundo que ellos estan creando y que protagonizan indiscutiblemente.
El escritor no es más que un filósofo en un mundo inventado y por tanto necesita mantener intacta su capacidad de asombro, que la rutina, el márketing o la sobreinformación tratan de aniquilar. Es algo aceptado por la mayoría de los escritores principiantes que las historias más interesantes ocurren siempre a miles de kilómetros de aquí y, sin embargo, el único fundamento de esa creencia radica en que lo que ocurre lejos sigue asombrándonos, mientras que estamos totalmente habituados a lo que ocurre en nuestro entorno.
¿Cómo se lucha contra eso? Mirando alrededor y viendo las cosas por primera vez. Parece difícil, pero, ¿y si asumimos el rol de uno de esos viajeros extraños? ¿Y si por unos momentos nos convertimos en selenitas, esos míticos e hipotéticos habitantes de la Luna? Y eso es lo que os proponemos:
Hemos viajado a la Tierra en una misión de reconocimiento y nuestra cápsula espacial ha caído aquí, en Extremadura, muy cerca de nuestra casa. Como selenitas, vamos a observar el trayecto que hacemos diariamente a la oficina, nuestro barrio, nuestra familia, nuestro trabajo, y vamos a anotar en nuestro cuaderno de bitácora lo que vemos o nuestra interpretación de lo que vemos.
Después vamos a construir un relato en primera persona en le que ese habitante lunar describe lo que ve: la mujer que recoge (o no) la caca del perro (si es que sabe lo que es un perro), el vendedor de cupones que vocifera, el tráfico, los ríos de gente que caminan juntos sin hablarse, utilizando sus propias palabras, partiendo de su escaso conocimiento de la civilización terráquea y, sobre todo, con su capacidad de asombro intacta y a flor de piel.
Al igual que en la pasada edicón pedimos textos de 250 palabras como máximo y que podrán ser enviados a elsol@canalextremadura.es, incuyendo en el cuerpo del mensaje datos personales y de contacto, hasta el sábado 1 de febrero.
Además, abrimos un consultorio en el que los oyentes podrán plantearnos las dudas que les asaltan al enfrentarse a la página en blanco: desde la idea, el tránsito de la idea al argumento, hábitos de escritura, planificación, diálogos, construcción de personajes, etc. Podéis enviarlas también a elsol@canalextremadura.es.