Archivos Mensuales: enero 2014

Taller literario radiofónico. Sesión II: Los Selenitas

Resumen: componer un relato en primera persona (máx. 250 palabras) poniéndonos en la piel de un extraterrestre que visita nuestro planeta. Paseando por nuestro barrio, anota en su diario y comenta con asombro sucesos o costumbres que forman parte de nuestro día a día, desde un punto de vista totalmente nuevo.

Enviarla a: elsol@canalextremadura.es hasta el sábado 1 de febrero

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¡Escucha el corte del programa pulsando aquí!

Un recurso muy utilizado en la historia de la literatura, y también en la del cine, es el del viajero extraño. Un personaje totalmente ajeno al mundo que transita presta sus ojos asombrados al lector, que, de repente, observa todo como si fuera la primera vez que lo ve. Hay infinidad de ejemplos: desde el Asno de oro, de Apuleyo, en el que el protagonista se convierte en un burro y debe errar por su pueblo y los caminos, hasta la famosa novela de Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb, en la que un marciano vaga por las calles de Madrid en busca de su compañero, posando sus ojos alucinados en las rutinas de la ciudad. Vamos a leer un fragmento de Sin noticias de Gurb para que nos hagamos una idea

01.30 a.m.

Me despierta un ruido tremebundo. Hace millones de años (o más) la Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos arrasaban las costas, sepultaban islas mientras cordilleras gigantescas se venían abajo y volcanes en erupción engendraban nuevas montañas; seísmos desplazaban continentes.

Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor telúrico.

Me levanto, hago pis, bebo un vasito de agua y me vuelvo a dormir.

De este modo, al autor se le permite  reflexionar sobre acontecimientos o aspectos totalmente asumidos e interiorizados (como en este caso sobre el ruido infernal que hacen los camiones de basura), como si fueran nuevos para él, provocando en el lector la sorpresa, el humor, la fascinación, e invitándole también a reflexionar, a dudar de todo cuanto da por sentado.

En El Mundo de Sofía la protagonista recibe unas extrañas misivas en su buzón. Una de ellas dice: Lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro.

Esto entronca directamente con las bases de la pedagogía. El aprendizaje del niño está dirigido por el asombro y por eso los niños son filósofos innatos, se preguntan el porqué y el cómo, y reflexionan sobre esto. Registran la novedad, la asimilan y, lo más importante, la reconstruyen para que encaje con el mundo que ellos estan creando y que protagonizan indiscutiblemente.

El escritor no es más que un filósofo en un mundo inventado y por tanto necesita mantener intacta su capacidad de asombro, que la rutina, el márketing o la sobreinformación tratan de aniquilar. Es algo aceptado por la mayoría de los escritores principiantes que las historias más interesantes ocurren siempre a miles de kilómetros de aquí y, sin embargo, el único fundamento de esa creencia radica en que lo que ocurre lejos sigue asombrándonos, mientras que estamos totalmente habituados a lo que ocurre en nuestro entorno.

¿Cómo se lucha contra eso? Mirando alrededor y viendo las cosas por primera vez. Parece difícil, pero, ¿y si asumimos el rol de uno de esos viajeros extraños? ¿Y si por unos momentos nos convertimos en selenitas, esos míticos e hipotéticos habitantes de la Luna? Y eso es lo que os proponemos:

Hemos viajado a la Tierra en una misión de reconocimiento y nuestra cápsula espacial ha caído aquí, en Extremadura, muy cerca de nuestra casa. Como selenitas, vamos a observar el trayecto que hacemos diariamente a la oficina, nuestro barrio, nuestra familia, nuestro trabajo, y vamos a anotar en nuestro cuaderno de bitácora lo que vemos o nuestra interpretación de lo que vemos.

Después vamos a construir un relato en primera persona en le que ese habitante lunar describe lo que ve: la mujer que recoge (o no) la caca del perro (si es que sabe lo que es un perro), el vendedor de cupones que vocifera, el tráfico, los ríos de gente que caminan juntos sin hablarse, utilizando sus propias palabras, partiendo de su escaso conocimiento de la civilización terráquea y, sobre todo, con su capacidad de asombro intacta y a flor de piel.

Al igual que en la pasada edicón pedimos textos de 250 palabras como máximo y que podrán ser enviados a elsol@canalextremadura.es, incuyendo en el cuerpo del mensaje datos personales y de contacto, hasta el sábado 1 de febrero.

Además, abrimos un consultorio en el que los oyentes podrán plantearnos las dudas que les asaltan al enfrentarse a la página en blanco: desde la idea, el tránsito de la idea al argumento, hábitos de escritura, planificación, diálogos, construcción de personajes, etc. Podéis enviarlas también a elsol@canalextremadura.es.

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Un nueve de enero

Un nueve de enero, tal día como hoy pero de hace dos años, Imagenmoría Antonio Román Díez García. Podaba unos rosales en su casa de Monesterio, sita en el Cerro de Pimienta, cuando el corazón que latía en su poesía como late el Sol en los párpados del dormido, se paró.

Dejó un poemario inconcluso y doce por defender del olvido, de la ignorancia, de la indiferencia; por elevar hasta el lugar que merecen en los anaqueles de la historia de la literatura (esa furcia necrofílica que sólo parece amar a los muertos).

Dejó muchos niños, ya hombres, educados en el amor a las letras y la poesía, en las clases de los colegios donde enseñó, y fuera de ellos. Pero dejó, sobre todo, la fuerza necesaria en sus versos para arrostrar las dificultades de la vida, para nombrar la tragedia, arrinconarla contra las palabras que la contienen. Román escribió el drama como nadie, y al darle forma, al conjurarlo, le hacía el mayor servicio posible a la alegría. El enfermo que acude al médico se siente aliviado cuando conoce el nombre de su enfermedad; por grave que ésta sea, descansa de su ignorancia. ¿Es por eso la noticia de su mal una buena noticia? Obviamente no. La buena noticia es que ha sido comunicada, verbalizada, asida, aprehendida, dispuesta para ser interiorizada, asimilada, incorporada.

Por eso cuando uno lee la poesía de Román siente un extraño alivio, por más que los versos denuncien la injusticia social, el inexorable paso del tiempo, las pérdidas inevitables, las ausencias; siente un goce electrizante, secreto, incomunicable: se siente vivo.

Un nueve de enero, tal día como hoy pero de hace un año, nacía públicamente el Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez, una entidad sin ánimo de lucro dedicada principalmente a la formación de escritores en la ciudad de Badajoz. A través de talleres literarios, encuentros entre escritores, jornadas y seminarios, certámenes, publicaciones, y otras actividades quizás más difíciles de clasificar, intentamos facilitarle al escritor las herramientas necesarias para su desarrollo.

Para nosotros es un orgullo llamarnos por su nombre, sentir cerca su voz profunda y tersa como la piel de un tambor, su mirada serena, a ratos encendida por una idea que lo atravesaba como un rayo; y sabernos acompañados por su obra y su espíritu en este proyecto que pretender aunar, como él hizo, literatura y enseñanza, escritura y aprendizaje.

Y para aquellos que han echado de menos su tradicional villancico navideño, conténtense con releer éste que contiene todo el compromiso y la belleza que campaban por igual en sus estrofas, claro ejemplo de lo dicho hasta ahora.

Miguel Ángel Carmona del Barco

Directo del CELARD

 

VILLANCICO PARA NO SER CANTADO

            Que no levante la mar

su bravura marinera.

Que es noche en el meridiano

Y viene un niño africano

Acunado en su patera.

Ay! remero Baltasar

-patrón de la botadura-

que no hay polar

en la altura,

ni blancura

que te señale el lugar.

La luz de su singladura

Se la está tragando el mar.

(Fugitivo navegar

a la aventura)

¿Qué cielo, que no es añil,

llevará, sin que se vea

a este grumete de brea

a un cuévano de cantil?

Ay! del aire, tan hostil

Que por las sombras planea…

Colmillo de la marea

De otra navidad dos mil.

Antonio Román Díez García

Taller literario radiofónico. Sesión I: El binomio fantástico.

Resumen: componer una historia (máx. 250 palabras) que parta del binomio: LIBRO – GUERRA

Enviarla a: elsol@canalextremadura.es antes del jueves 16 de enero a las 18:00

Haz clic para ir a la página web de Canal Extremadura y escuchar el corte de la sección

¡Escucha aquí el podcast del programa!

Gianni Rodari vivió sesenta años en el RODARI2siglo pasado, desde 1920 a 1980, y su actividad tuvo siempre dos ejes claros y que nadie como él supo intrincar: el compromiso social y la pedagogía. Maestro y periodista, nunca ejerció una profesión sin ejercer a su vez la otra, (y en eso coincidía con nuestro querido Antonio Román Díez), cultivando, tal vez como mero instrumento, tal vez como balsa de salvación, la tercera y más importante: la de escritor.

Rodari marcó un antes y un después en la manera de entender la creación con su obra Gramática de la fantasía, que más que un libro o una teoría era una manera nueva de entender la relación del ser humano con las historias y, sobre todo, con la imaginación. Sus palabras son las mejores para explicarlo:

Lo que estoy haciendo es investigar las «constantes» de los mecanismos de la fantasía, las leyes de la invención que aún no han sido formuladas, para ponerlos a disposición de cualquiera. Insisto en señalar que, aunque el Romanticismo lo haya rodeado de misterio y haya instaurado una suerte de culto en torno a él, el proceso creativo es inherente a la naturaleza humana, y, por tanto, está al alcance de todos, con toda esa alegría de expresarse.

Y es que la calidad en el arte no responde a criterios objetivos, sino a cánones estéticos que cambian con el tiempo. El verdadero arte es el fuego que prende la chispa que salta al frotar la imaginación con la autenticidad.

Escucha el podcast del programa aquí

En su Gramática de la fantasía, Rodari propone multitud de técnicas para despertar la creatividad, como ésta en la que invertiremos nuestra primera sesión y que Rodari bautizó con el nombre de binomio fantástico. El binomio fantástico es un clásico de talleres y grupos dedicados a la creación, y lo es por una razón fundamental: no hace falta nada más que imaginación para hacerla funcionar. Ni cultura literaria, ni conocimientos sobre escritura, ni oficio, ni siquiera costumbre. No en vano, los destinatarios de estas dinámicas de Rodari eran los niños de las escuelas, por lo que no podían ser demasiado complejas.

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El binomio fantástico es el que forman dos palabras de campos semánticos distintos, es decir, dos palabras cuyos significados no estén directamente relacionados ni su contexto o ni por su naturaleza léxica. Para ir aclarando los términos, que es lo que nos interesa, pongamos un ejemplo de binomio fantástico: nube-linterna; y pongamos uno que de algo que no lo es: cabaña y edificio. ¿Por qué? Porque pertenecen al mismo campo semántico: el de las construcciones; muro y tejado tampoco, porque pertenecen al de elementos constructivos; casa y casero, tampoco, porque pertenecen la misma familia léxica, comparten raíz y, en definitiva, no hay nada fantástico en agruparlos.

Nube y linterna, por su parte, no comparten raíz ni tampoco semántica y componen, por lo tanto, un binomio fantástico. Sin embargo, en términos de fantasía, todo es relativo y graduable.

¿Hay binomios más fantásticos que otros? Pues sí. Todo depende de lo extrañas, usando la terminología de Rodari, que sean las palabras entre sí: tren y suspiro, a mí me parece más fantástico que, por ejemplo, oso y puerta, o que lapicero y carretera. No sé por qué. En realidad, lo que está deseando salir cuando consideramos un binomio más fantástico que otro es la historia que ya empuja desde dentro en nuestra cabeza. Hay binomios que, sencillamente, estimulan más nuestra imaginación.

Bastará con que toméis un diccionario, lo abráis por una página al azar, y poséis el dedo en un punto cualquiera. Vamos a intentar seleccionar dos sustantivos, de modo que si caemos en un adverbio, un verbo, o en una palabra de cualquier otra categoría, busquemos el sustantivo más cercano y nos quedemos con él.

En este caso tomaremos como ejemplo el binomio ESTRELLA-AGUJERO. Como veréis, cada una de las palabras por sí no nos dice gran cosa. Rodari justifica con claridad la necesidad de que esas palabras interactúen entre sí.

No basta un polo eléctrico para provocar una chispa. Hacen falta dos. Una palabra reacciona cuando encuentra una segunda que la provoca y la obliga a salir del camino de la monotonía, a descubrirse nuevas capacidades de significado. No hay vida donde no hay lucha.

Ahora probemos a combinar ambas palabras, y la manera más simple de hacerlo es relacionarlas mediante proposiciones y artículos.

la estrella del agujero

la estrella en el agujero

un agujero en la estrella

el agujero y su estrella

Lo que debemos hacer ahora es seleccionar una de estas propuestas y crear una historia, lo más disparatada posible. Se trata de dejar volar la imaginación sin más.

Por ejemplo, con «la estrella del agujero» podemos imaginarnos unImagen músico muy famoso de jazz, una estrella. Está harto de la fama, así que decide disfrazarse para que no lo reconozcan e ir de antro en antro, de agujero en agujero (fijaos, ya tenemos el binomio), tocando su saxofón. En esos ambientes deprimidos y oscuros, su música por alguna razón provoca reacciones extraordinarias y desproporcionadas. Unas veces bailan como locos, otras rompen a llorar emocionados, a veces la clientela se vuelve violenta… Hasta que un día, en uno de esos garitos que puede llamarse El agujero, uno de los clientes le reconoce y entonces pasa algo aún más extraordinario, o quizás no, quizás sencillamente vuelve a casa. Habría que escribir la historia para averiguarlo. ¿Qué os parece como punto de partida?

Ahora bien, aprovechando que hemos extraído esas palabras del diccionario, podemos ver si, agarrándonos a otra acepción un poco menos frecuente podemos darle una vuelta de tuerca a la historia.

Fijaos, un agujero es, a parte de lo que todos conocemos, un sinónimo de alfiletero, y también una persona que fabrica agujas. Vamos a quedarnos con esta última acepción, y a desarrollar la cuarta propuesta: «el agujero y su estrella»

Nuestro agujetero lleva toda la vida fabricando agujas en un minúsculo taller, malviviendo, hasta que un buen día, un representante de una multinacional le dice que tiene que fabricar cien mil agujas en una semana. Imposible, dice el agujetero, pero entonces el hombre le pone un buen fajo de billetes encima de la mesa y le dice que puede hacerle rico. Es la última oportunidad de su vida, así que se pone a hacer agujas día y noche. Cuando lleva tres días sin dormir se queda dormido y se despierta porque se ha pinchado en un dedo. Sobre la mesa hay una gota de sangre con una forma muy extraña: tiene forma de estrella. El agujetero no es un hombre dado a los misticismos pero aquello no lo ha visto nunca, así que sale al patio a fumar un cigarro para despejarse y allí, en medio del cielo negro sin luna, hay una sola estrella que parece brillar sólo para él. Entra a prisa en el taller. Empieza a buscar como loco por los cajones hasta que se detiene en uno de ellos. Coge una foto. Estaba seguro de que era la última oportunidad de su vida, pero hasta ahora no tenía claro de para qué. La foto es de su amor de juventud, una linda muchacha de la que sólo recuerda su nombre: Estrella.

Bueno, y ¿qué es lo que hay que hacer?

Una cosa debe quedar clara: el objetivo de esta actividad es fomentar la creatividad y despertar la imaginación, y no tanto la elaboración de un texto de literario. Por lo tanto, el ejercicio se compone de dos pasos: el primero, imaginar la historia, que es lo que hemos hecho nosotros aquí; y el segundo, que es mucho menos importante en esta ocasión, darle a esa historia una forma parecida a la del relato. Lo que buscaremos en el texto que elijamos será la capacidad para relacionar esas dos palabras en un contexto disparatado, pero que tenga sentido, y no tanto la calidad en el estilo. En tres palabras: imaginación al poder.

Y para finalizar vamos a proponer un nuevo binomio fantástico para que trabajéis en casa e inventéis vuestra propia historia: LIBRO-GUERRA

Aquéllos que quieran participar deben enviarnos su texto a la dirección de correo elsol@canalextrmadura.es, antes de las 18:00 del próximo jueves día 16 de enero. El texto no debe exceder las 250 palabras. Quincenalmente, elegiremos uno y lo comentaremos en antena. Además, cada uno de los seleccionados tendrá una pequeña recompensa y, el mejor de todos, al final de la temporada, se llevará un premio sólo apto para escritores.

¡Dejad volar la imaginación!

Escucha el podcast del programa aquí

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